Que tal amigos. Hace tiempo que no me paso por aquí,
y he de decir que, ¡¡todavía no tenemos internet!! Esto es un cachondeo,
hablando mal y pronto. No me voy a parar a hablar de ello porque necesitaría un
post entero.
Lo dicho.
Han pasado ya dos meses.
Aquí me pasa una
cosa muy rara con el tiempo.
Las semanas pasan en un abrir y cerrar de ojos. En
serio. Pero si te paras y echas un pelín la vista atrás, lo ves taaaaaan y
taaaaaaan lejano… En estos dos meses he estado dos veces en España, y sin
embargo parece que ya se me ha olvidado el sabor del cocido de mi madre, coger
el coche, las direcciones de Montijo, incluso, algunas personas ya no las
tienes tan presente.
Esto no sé si es bueno o malo.
A veces, me gustaría no tener sentimientos. Y estar
aquí como si esta vida fuera a ser eterna. Como si tuviera que empezar de nuevo
a formar el puzle de mi vida, y elegir, ahora sí, con criterio, las fichas que
quiero que lo compongan. Todo de 0. Casi, sin pasado.
Pero, ¿sabéis?. Ser Erasmus no es todo de rositas.
Ser Erasmus no significa ¡Viva la Pepa!. Ser Erasmus implica algo difícil.
Implica fuerza.
Fuerza porque tienes que intentar mantener la difícil
línea de la estabilidad emocional. No quiero decir que os vayáis a quedar locos.
Ni mucho menos. Pero, aquí se tiene mucho tiempo. Y estás lejos. Y como toda
persona humana, se piensa en uno mismo. Y te preguntas: ¿Realmente esto
merecerá la pena? ¿Merecerá la pena vivir una experiencia de tal grado con
gente que sabes que vas a perder? ¿Qué todo tiene fecha de caducidad? ¿Qué quizás
se te olvide lo que es la rutina y lo que realmente estudias? ¿Estudias? ¿Estás
aprendiendo de lo que realmente quieres? ¿Qué es lo que quieres realmente? Etc,
etc, etc.
Y te ves en un túnel negro sin final, sin luz. Pero es cuando una pequeña
vocecita, o simplemente, el sonido de tu
teléfono te interrumpe, y te proponen ir a tomar algo.
Y es entonces cuando, si la has sabido escuchar
bien, sales, y te reafirmas en que esto, es lo que mejor has hecho en tu vida, que estás escribiendo el guión de la película de tu propia vida, que todo es increíble. Sin embargo, si la has ignorado, sigues caminando por el túnel oscuro, que ves
que muy al final, va clareando. Y es, también, cuando te empiezas a proponer
metas, a proponer y proponer… Pero tú misma sabes que no las vas a conseguir.
Pero, sales.
Sales.
Al final, siempre sales. Y te alegras. Te alegras de estar aquí, con todo lo
que ello implica.
A sí que: tutto bene.